Entonces sigue lo inevitable: El rechazo grupal ante la percatación de la libertad…
La idea ha sido plantada, los libres pagarán por no ser una planta más en el invernadero. El niño acoge la idea que los adultos le han enseñado, y se ha dado cuenta de la verdad del mundo en el que vive, donde el pecado no es el acto, el pecado es la libertad.
Basados en estos parámetros, el niño rechaza su esencia de pequeño, y desde chico, desde muy chico enfoca sus anhelos y esperanzas a crecer, no pudiendo con esto, gozar de su infancia y su infantilidad. Ahora el niño va esperando, y crece esperando, rechazando a los niños que juegan, a los que sueñan, incluso entre los círculos que ellos crean, ellos fomentan y enseñan las doctrinas del zombie, y así el niño niño es víctima y presa de los niños espera, los capullos, campos interminables de odio y depresión, a la espera de la prometida juventud y la maravillosa meta zombie.
EL LIBRE PECADOR, RECHAZADO GRUPAL
Con el ansia de ser grande, al niño le entran actitudes de grande, y la principal de esta resulta el rechazo a los que se empeñan en la exterioridad y la individualidad:
domingo, 14 de diciembre de 2008
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